domingo, 10 de octubre de 2010

Tucídides y la pena de muerte


La muerte de Sócrates, pintura de Jacques-Louis David ( Sócrates fue condenado a beber la cicuta por sus conciudadanos y a pesar de ello no se retractó ni aprovechó las oportunidades de escapa a tal destino)

Se celebra hoy el día mundial por la abolición definitiva de la pena de muerte. Me ha parecido interesante contribuir dedicando una entrada a esta justísisma causa.

Dejo aquí la reflexión que sobre este tema hacía el magnífico historiador Tucídides en su obra sobre la Guerra del Peloponeso, en la que tanto la vencida Atenas como la vencedora Esparta perdieron lo mejor de sí mismas:

Ἐν οὖν ταῖς πόλεσι πολλῶν θανάτου ζημίαι πρόκεινται, καὶ οὐκ ἴσων τῶιδε, ἀλλ᾿ ἐλασσόνων ἁμαρτημάτων· ὅμως δὲ τῆι ἐλπίδι ἐπαιρόμενοι κινδυνεύουσι, καὶ οὐδείς πω καταγνοὺς ἑαυτοῦ μὴ περιέσεσθαι τῶι ἐπιβουλεύματι ἦλθεν ἐς τὸ δεινόν...πεφύκασί τε ἅπαντες καὶ ἰδίαι καὶ δημοσίαι ἁμαρτάνειν, καὶ οὐκ ἔστι νόμος ὅστις ἀπείρξει τούτου, ἐπεὶ διεξεληλύθασί γε διὰ πασῶν τῶν ζημιῶν οἱ ἄνθρωποι προστιθέντες, εἴ πως ἧσσον ἀδικοῖντο ὑπὸ τῶν κακούργων. καὶ εἰκὸς τὸ πάλαι τῶν μεγίστων ἀδικημάτων μαλακωτέρας κεῖσθαι αὐτάς, παραβαινομένων δὲ τῶι χρόνωι ἐς τὸν θάνατον αἱ πολλαὶ ἀνήκουσιν· καὶ τοῦτο ὅμως παραβαίνεται. [3.45.4]

"En nuestras ciudades la pena de muerte está fijada para muchos delitos, y, sin embargo, empujados por la esperanza, los hombres se arriesgan al mal, porque nadie llegó a la desgracia pensando que no iba a salirse con la suya en su resolución...
Mas es propio de la naturaleza humana el que todos, tanto en privado como en público, cometan errores y no hay ley que pueda impedirlo, habiendo los hombres propuesto todos los grados de penas, agravándolas cada vez más por ver si aminoraban los delitos de los delincuentes. Es natural que antaño para los más graves delitos hubiera penas más suaves , pero que al ser ignoradas, con el tiempo la mayoría de las penas hayan acabado en la de muerte. Y aún así las transgresiones continuan. O bien hay que encontrar algún otro motivo de miedo más terrible que éste, o bien admitir que la pena de muerte no supone ningún tipo de freno."


HISTORIAS, libro III, 45