sábado, 22 de noviembre de 2014

Herodotus pudding: Repostería victoriana con raíces clásicas


Herodoto (imagen de Wikimedia Commons)

    Las tardes grises de días como el de hoy en Zaragoza, esos que acaban  sin que veamos ni un solo rayo de sol,  me dan ganas de encender el horno. Debe de ser por eso por lo que estaba yo hace un rato hojeando un libro de cocina victoriano  que hace tiempo  encontré en la red, siguiendo los consejos de mi  admirada Biscayenne , cuando , de repente, me tropecé con  el sorprendente nombre de una de sus recetas: Herodotus pudding, pudin de Heródoto.

     Como una es curiosa y cuenta con la inestimable ayuda de los  eficientes buscadores de internet, no pudo resistir la tentación de intentar averiguar el por qué a una cocinera inglesa se le habría ocurrido bautizar este humilde postre con el nombre del padre de la Historia. El buscador no falló y en un pispás descubrí que el bloguero galés Dyfed Lloyd Evans debió de tener  antes que yo la misma duda, seguramente también en una tarde sin sol de las que abundan en su hermosa tierra.  Encontró la respuesta en el siguiente pasaje de las  Historias:

         No es una misma la manera de escoger y consumir las víctimas en los sacrificios, sino muy varia en cada una de ellos. Hablaré del de la diosa de su mayor veneración y a la cual se consagra la fiesta más solemne, de la diosa Isis. En su reverencia hacen un ayuno, le presentan después sus oraciones y súplicas, y, por último, le sacrifican un buey. Desollada la víctima, le limpian las tripas, dejando las entrañas pegadas al cuerpo con toda su gordura; separan luego las piernas, y cortan la extremidad del lomo con el cuello y las espaldas. Entonces embuten y atestan lo restante del cuerpo de panales purísimos de miel, de uvas o higos pasos, de incienso, mirra y otros aromas, y derramando después sobre él aceite en gran abundancia, entregando a las llamas. Al sacrificio precede el ayuno, y mientras está abrasándose la víctima, se hieren el pecho los asistentes, se maltratan y lloran y plañen, desquitándose después en espléndido convite con las partes que de la víctima separaron.
                    
   Herodoto,  Historias, libro II, 40. Ed. Gredos ( Trad. de Carlos Schrader)


Así pues,  la receta, que Mrs. Beeton tomó de un  pionero libro de cocina muy popular en la época,  publicado en 1945 por Eliza Acton , otra famosa mentora de las amas de casa victorianas, está inspirada  nada menos que en los rituales egipcios en honor de Isis. Es pues, en palabras de la propia Eliza "una genuina receta clásica".

      Si como a mí, el tiempo otoñal os abre la gana de comidas contundentes y no os arredra la faena culinaria, os animo a seguir las sencillas y claras instrucciones de Mrs. Beeton:


 PUDIN DE HERODOTO
 
Ingredientes: 1/2 libra de migas de pan, 1/2 libra de buenos higos, 6 onzas de manteca, 6 onzas de azúcar, 1/2 cucharada de sal, 3 huevos, nuez moscada a gusto.
Procedimiento:  Picar la manteca y los higos muy finamente. Añadir el resto de los ingredientes tomando cuidado de que los huevos estén bien batidos. Batir la mezcla durante unos minutos y poner en un molde engrasado. Atarlo con un paño enharinado y ponerlo a hervir cinco horas. Servir con salda de vino.

 Tiempo: 5 horas                                             Coste aproximado: 10 reales
Cantidad suficiente para 5 o 6 personas        Temporada: cualquiera

       Después, podéis acabar el convite leyendo alguno de los poemas de la bien erudita cocinera que nos legó la receta, como este en el que incluye un famoso tópico clásico:


NAY! TAKE THE ROSE.

NAY ! take the Rose, ere yet its grace,
    Its freshness, and its bloom, are gone;
And be thy heart its resting place
    Until its young, sweet life be flown;
For on that breast of honour shrin'd,
A glorious death my flow'r will find;
And it must perish soon--with thee
It will but fade less lingeringly.
Its leaves are tinted with the flush
Of summer sunsets,-- but that blush,
Radiant as Love's, will pass away
As dies in heav'n the smile of day. 
Its breath is odour's essence ;--ne'er
Before did bud, or blossom, bear
Such soul of perfume--oh! that aught
    So beautiful, should be so frail!
It wakes a tone of sad'ning thought
    To dwelt upon its silent tale ;--
Not for itself--but that it is
An emblem of all human bliss.


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